Las necesidades de sueño varían según la edad. En promedio, los recién nacidos duermen alrededor de 16-18 horas, los bebés alrededor de 14 horas al día. Los niños de hasta 2 años necesitan 13-14 horas, y un niño de tres años necesita 2-3 horas menos. Los niños de 8 a 10 años necesitan 10 horas de sueño, y los adolescentes alrededor de 8-9 horas.
Sin embargo, cabe señalar que las necesidades de sueño son individuales y pueden diferir ligeramente de los promedios mencionados anteriormente.
El Papel del Sueño "Bueno"
El sueño es esencial para nuestra salud, no solo física sino también mental. Un sueño tranquilo, profundo y prolongado nos permite mantener el bienestar, el correcto funcionamiento de los sistemas nervioso y circulatorio, un peso corporal saludable y un equilibrio hormonal, y fortalece el sistema inmunológico. Un buen sueño mejora las habilidades cognitivas como la memoria y la concentración, refuerza la inmunidad y aumenta la resistencia al estrés y la ansiedad. El sueño también ayuda a recuperar la energía perdida y a reducir la fatiga.
Factores que te ayudan a dormir más fácilmente:
- Aumentar la actividad física y mental;
- Evitar siestas largas durante el día;
- Mantener un horario de sueño;
- Cenar no más tarde de 1-2 horas antes de acostarse;
- Evitar comidas pesadas antes de dormir;
- Evitar beber muchos líquidos antes de acostarse;
- Asegurando silencio, paz y oscuridad en el dormitorio;
- Evitar conversaciones emocionales antes de dormir;
- Ventilar la habitación antes de dormir, humidificar el aire cuando está seco.
El papel del sueño en el desarrollo infantil
¿Por qué duerme mal un niño?
Cuando un niño no quiere/no puede dormir, los padres buscan razones por las que esto está sucediendo.
Para los niños en edad preescolar, la causa más común de quedarse dormido y de problemas de sueño insuficiente es acostarse demasiado tarde. El insomnio también suele ser causado por la ansiedad experimentada, por ejemplo, después de un cambio de residencia, la ansiedad vivida durante el día, e incluso después de aprender a dormirse de forma independiente, la ansiedad es provocada por el miedo a estar solo en una habitación separada. Los trastornos del sueño en los niños pequeños causan irritabilidad, emocionalidad excesiva y un comportamiento tempestuoso e impulsivo. Con el tiempo, se vuelve difícil para el niño concentrarse, y a veces esto se convierte en la razón por la cual los niños, agotados por la falta de sueño, evitan la comunicación y el contacto social, se vuelven introvertidos e infelices. La falta de sueño también puede aumentar el apetito por dulces y otros productos alimenticios.
Problemas de Sueño en Niños Mayores y Adolescentes
El insomnio en niños mayores y adolescentes es causado más a menudo por el estrés, por ejemplo, debido a dificultades de aprendizaje, problemas familiares y relaciones interpersonales. La falta de sueño causa trastornos emocionales, neurosis, trastornos de conducta y agotamiento físico. Sin embargo, las dificultades para concentrarse, aprender y los cambios de humor a menudo pueden surgir inicialmente. La falta de sueño también tiene un efecto físico, que se manifiesta en una expresión facial cansada, ojeras y un tono de piel pálido.
Los síntomas de trastornos del sueño que provocan ansiedad no deben ser ignorados en ninguno de los casos anteriores. El insomnio a una edad temprana puede llevar a trastornos graves como migrañas, depresión, ansiedad y neurosis. También interfiere con el funcionamiento diario normal y el aprendizaje en la escuela, lo que puede afectar los caminos educativos futuros. Por lo tanto, un padre cariñoso debe revisar las condiciones de sueño del niño y asegurarse de que sean adecuadas a tiempo.
Una manta ponderada es una herramienta terapéutica recomendada por kinesiólogos y especialistas en desarrollo infantil. Tal manta puede ayudar a un niño que tiene dificultades para conciliar el sueño.